En
el mismo momento en el que yo me convertí en madre, mi madre renació, en vida.
Renació en su papel de Abuela, nótese esa A mayúscula. Y con cada uno de mis
siguientes partos, mi madre no ha hecho otra cosa que nutrir ese renacimiento.
La
idea que yo tengo de mi madre antes y después de ese primer parto no tienen
mucho que ver. La primera, esposa, nótese esa e minúscula, sometida sin su
total conocimiento y consentimiento al carácter y la voluntad de mi padre. La
segunda, Abuela, sometida con su total conocimiento y consentimiento al carácter
y la voluntad de mis hijos.
En
el mismo momento en el que yo fui confinada, mi madre renació, en vida. Renació
en su papel de Madre, nótese esa M mayúscula. Con cada día de esta pandemia, mi
madre no ha hecho otra cosa que ahondar en ese renacimiento.
La
idea que yo tengo de mi madre antes y después de ese primer día de pandemia, tienen
mucho que ver. Son claramente las dos caras de una mujer a la que nunca le
había dedicado el suficiente tiempo, las dos caras de una mujer a la que pocas veces
me había parado a mirar no solo con mis ojos, también con mi corazón. Mujer que
siempre ha estado ahí pero a la que no siempre he dejado que sea mi Madre y que
mis hijos, afortunadamente, siempre han dejado que sea su Abuela.
Si
me tengo que volver a confinar, si mis hijos se tienen que volver a confinar,
que la vida vuelva a querer que sea al lado de ella, de mi Madre y de su Abuela.
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